jueves, 25 de julio de 2019

Razones para acelerar el programa GBSD


En breve, la USAF va a solicitar propuestas de la industria militar para desarrollar el programa GBSD (Ground Based Strategic Deterrent), que reemplazará los viejos misiles Minuteman III implementados en la década de 1970 y actualizará sus anticuadas instalaciones de lanzamiento. Los nuevos ICBMs deben comenzar a unirse al inventario a finales de 2020 y operar hasta la década de 2070.

Algunas voces críticas a la modernización de la triada nuclear de los Estados Unidos han pedido que se retrase e incluso que se cancele el GBSD en favor de otra extensión de la vida útil del Minuteman III. Sin embargo, la mayoría de expertos creen que retrasar o cancelar el GBSD equivaldría a renunciar unilateralmente a la existencia de la triada nuclear, poniendo en jaque a los Estados Unidos: Oficialmente, Estados Unidos dispone de 450 Minuteman III repartidos por 45 centros de lanzamiento dispersados operativamente en cinco estados. Este despliegue ofrece un conjunto único de capacidades para disuadir a sus adversarios de amenazar de forma creíble o de llevar a cabo con posibilidades de éxito un ataque nuclear. Si Estados Unidos renuncia unilateralmente por negligencia al componente terrestre de su triada, bastaría con atacar tres bases de bombarderos y dos bases de submarinos para eliminar la mayor parte de su fuerza nuclear.

Un variedad de factores obligan a poner en marcha e incluso acelerar el programa GBSD. El primero y principal, que existen serias dudas de que sea verdaderamente útil un ICBM diseñado hace medio siglo: Las defensas antimisiles no son las de 1970, las amenazas cibernéticas aumentan, y la guerra electrónica junto con las armas de energía dirigida plantean nuevos desafíos para la supervivencia del Minuteman III. La Revisión de la Postura Nuclear de 2018 lo expresó claramente: "La vida de servicio del Minuteman III no puede extenderse más ... Además, el Minuteman III tendrá cada vez más dificultades para penetrar en las futuras defensas del adversario".

En segundo lugar, el combustible sólido que impulsa las etapas inferiores del Minuteman III se degradará a partir de 2030, por lo que será necesario retirar el combustible degradado, lavar sus respectivos contenedores, y cargar el nuevo combustible. Tras esta operación, es posible y altamente probable que algunas de estas etapas no encajen, y deban ser reemplazadas. Esta posibilidad resulta particularmente peligrosa, por la sencilla razón de que ya no se fabrican. Pero, aunque encajasen perfectamente y sin problemas, la tercera etapa de los Minuteman III, que está construida con materiales compuestos, no se puede lavar y será necesario reemplazarla. Por añadidura y por si acaso todo lo anterior no bastase, hará falta reemplazar componentes críticos en el sistema de guía del Minuteman III, ya que llegarán al final de su vida útil. Estos y otros esfuerzos para mantener el Minuteman III más allá de su fecha de reemplazo programada costarían miles de millones de dólares y posiblemente no sirvan para nada verdaderamente útil, debido a las razones expuestas en el párrafo anterior.

En tercer lugar, retrasar el GBSD no tiene sentido económico: Por un lado, porque los nuevos ICBM comenzarían a entrar en servicio antes de que el Minuteman III deje de estar disponible. Y por otro lado, porque una demora del GBSD requeriría gastar miles de millones de dólares en parchear el Minuteman III. Costaría mucho menos adquirir y mantener el GBSD a lo largo del tiempo.

Finalmente, los programas de extensión de vida no resolverían el inminente déficit de inventario de Minuteman III: Ahora hay oficialmente 450 misiles. Para garantizar que este anticuado sistema funcione, la USAF realiza entre cuatro y cinco lanzamientos de prueba por año. Si se demora el GBSD, la combinación de 1) Lanzamientos de prueba y 2) Desgaste por obsolescencia de las piezas, podría mermar dramáticamente el inventario de Minuteman III hasta hacerlo prácticamente inservible.

En resumen: mantener al Minuteman III más allá de su fecha de reemplazo planificada no proporcionaría las capacidades necesarias para la disuasión del siglo XXI, podría costar mucho más que el GBSD y equivaldría a renunciar unilateralmente a la tríada, aumentando la disposición de China y Rusia para intentar poner de rodillas a los Estados Unidos. Por el contrario, acelerar el programa GBSD evitaría estos riesgos y garantizaría la paz durante los próximos cincuenta años.

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