viernes, 27 de marzo de 2020

El COVID-19 como ocasión irrepetible para una agresión oportunista.


En la naturaleza, se entiende como agresión oportunista o más bien infección oportunista aquella causada por patógenos que aprovechan una bajada del nivel de defensas para atacar con más fuerza.

Esto ocurre en la naturaleza a nivel microscópico, pero también forma parte del comportamiento humano: La historia nos muestra una y otra vez que en el arte de la guerra, debilitar al adversario mediante ataques de baja intensidad puede ser la mejor estrategia antes de lanzar el gran ataque.

Y en la situación actual, ahora que sabemos que el COVID-19 está causando un número creciente de bajas en los Estados Unidos de América, uno de los desafíos más importantes que enfrenta esa nación estriba en evitar que China, Rusia, Corea del Norte o Irán, realicen actos de agresión oportunista ya sea contra el territorio continental norteamericano, contra sus bases en distintos países, o contra sus aliados.

Quizás algún lector pudiera pensar que este planteamiento merezca ser descartado por descabellado, pero si alguna lección nos ha dado la historia, es que nunca merece ser descartada ninguna posibilidad en el arte de la guerra, y mucho menos en la actual situación, pues presenta ciertos síntomas de una creciente vulnerabilidad, que puede ser aprovechada a su favor por los principales enemigos de Estados Unidos:

1º) El estado de Washington ha emitido una orden para que todos los trabajadores no esenciales permanezcan en casa durante dos semanas.

2º) Se han emitido órdenes de que el Secretario de Defensa Mark Esper y su adjunto David Norquist, permanezcan físicamente separados a fin de evitar que ambos se incapaciten. Otras agencias de seguridad nacional están siguiendo su ejemplo, y los especialistas en continuidad están preparando la evacuación en caso de que el Coronavirus pase por la Casa Blanca.

3º) Es posible que grandes sectores de los poderes ejecutivo, legislativo y judicial, queden literalmente "fuera de combate". Esta posibilidad no merece ser descartada, teniendo presente que ya existen planes de contingencia para indicar al ejército cómo actuar si todos los sucesores constitucionales quedan incapacitados. Hace más de tres semanas se emitieron órdenes en este sentido, no solo para proteger a Washington sino también para prepararse ante la posibilidad de que sea imprescindible decretar la ley marcial. Según lo publicado por ciertos medios de absoluta solvencia, estos planes de contingencia denominados con los respectivos nombres en clave de Freejack, Octagon y Zodiac, garantizarán en todo caso la continuidad del gobierno.

4º) Las autoridades locales de todo Estados Unidos ya están expresando su preocupación de que no cuentan con suficientes camas ni ventiladores para hacer frente a una posible avalancha de pacientes con Coronavirus. También han expresado su temor a que estalle la violencia en las tiendas donde los productos sean escasos, que la escasez y la violencia se extiendan y que la situación quede fuera de control, con una población civil centrada más en la supervivencia diaria que en la supervivencia de la nación.

Una guerra mundial, una guerra nuclear, es algo que está lejos de la mente de cualquier persona que no esté dominada por el odio. Sin embargo, los enemigos de Estados Unidos y de sus aliados odian a éstos con más fuerza de lo que aman a sus propios pueblos, y esto puede propiciar en cualquier momento un error de cálculo de consecuencias imposibles de imaginar. Esto no es en absoluto algo descartable, pues los enemigos de Norteamérica no descansan:


  • Corea del Norte continúa realizando lanzamientos de misiles balísticos para informar a todos los interesados que a pesar de la pandemia, su poder ofensivo no ha disminuido en absoluto.
  • Irán está aprovechando la pandemia para acusar a Estados Unidos e Israel de ser los autores materiales de la pandemia, al tiempo que ha reiterado su intención de borrar del mapa al estado de Israel.
  • Por si lo anterior no bastase, China ha acusado también a Estados Unidos de ser el autor de la pandemia, atizando el fuego de una animadversión creciente entre las dos superpotencias.


Antes o después, nos olvidaremos de esta pandemia. ¿Qué pasará hasta entonces? Puede ocurrir de todo. ¿Qué podemos hacer hasta entonces? En mi opinión, mucho: Rezar, y volver a Dios. No podemos hacer nada mejor. Quizá algún lector podría decirme que esto último a él no le sirve porque él no es creyente, pero lo siento por él: Dios no necesita que creamos en Él para existir. Podemos negarnos a esta realidad, pero les aseguro que sólo volviendo a Dios conseguiremos la paz verdadera. Si no lo hacemos, la única paz que vamos a conseguir será la paz de los cementerios. En nuestras manos está. Buenas tardes, y buena suerte.


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