Tres décadas desde que Ronald Reagan lanzara su Iniciativa de Defensa Estratégica, el sistema defensivo antimisiles sigue en activo, y está basado en el uso de misiles interceptores SM-3 colocados a bordo de buques de guerra cuando no ocultos bajo tierra en silos de Alaska y California.
Si bien su tecnología es de última generación, este sistema defensivo antimisiles continúa paradójicamente suscitando algunas dudas basadas en la presunta vulnerabilidad de su tecnología, que vamos a ver a continuación.
1) En las pruebas efectuadas periódicamente, los interceptores SM-3 (los mismos que utiliza la OTAN para su escudo antimisiles) han alcanzado el blanco en 25 de 30 tests.
2) Por si este 20% de errores no fuera suficiente, algunos científicos han alertado ante la posibilidad de que ese porcentaje pudiera aumentar con facilidad, haciendo uso de técnicas de distracción tales como lanzar una batería de misiles, atacar y destruir los radares de control, o simplemente recurrir al lanzamiento de señuelos. Esta no es una posibilidad carente de fundamento, pues incluso los grandes defensores del programa, incluidos los oficiales navales que prestaron servicio en los buques de defensa antimisiles, dicen que los señuelos plantean un reto difícil de superar.
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