Durante la última década el primer ministro Narendra Modi ha transformado a la India en un estado consciente de la importancia de contar con mecanismos propios de disuasión habida cuenta de su peligrosa proximidad con China y Pakistan.
Este enfoque ha propiciado que a día de hoy la India cuente con un arsenal nada despreciable de misiles, entre los que merece destacarse el Agni-V: Un misil nuclear cuyos 5.000 km de alcance le permiten cubrir toda Asia, partes del norte de África, Europa del Este y Rusia.
La posesión de tales armas de destrucción masiva indican su compromiso con la paz ante sus eternos rivales y vecinos, y su convicción de que sólo la preparación para la guerra puede garantizar la paz. Por ello no es de extrañar que el Agni-V no vaya a ser en modo alguno el miembro último y final de la familia, sino el trampolín para completar el próximo ICBM indio: El Agni-VI, que se encuentra ya en la fase final de su gestación.
Este nuevo hermano viene pequeño pero matón: Puede alcanzar objetivos a 12.000 de distancia y va armado con múltiples ojivas nucleares independientes y con capacidad de maniobra para sortear misiles interceptores. Con este nuevo desarrollo, el primer ministro quiere dejar claro que ninguna agresión a la India podrá quedar impune, y que es mejor tenerla de amiga que de enemiga.
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